POLARIDAD
PRINCIPIO DE POLARIDAD
Dice
textualmente: “Todo es doble; todo tiene dos polos; todo, su par de opuestos;
los semejantes y los antagónicos son lo mismo; los opuestos son idénticos en
naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades
son semiverdades; todas las paradojas pueden reconciliarse”
Este principio explica que en cada cosa se encuentran dos polos,
dos aspectos, y que los “opuestos” son, en realidad, los dos extremos de la
misma cosa.
Todo es dual; y todo tiene dos
polos. Toda realidad tiene dos polos; cada ente, su contrario, distinto
en polaridad, idéntico en naturaleza, y ambos se atraen y se armonizan en el
equilibrio del cosmos.
La polaridad mantiene el ritmo
de la vida. Conocemos la existencia de algo por el contraste de su
opuesto. Así encontramos: luz – oscuridad / amor – odio / espíritu –
materia / vida – muerte / bien – mal / vigilia – sueño / valor – miedo /
alegría – tristeza.
El
Kybalión dice que “los opuestos son iguales en naturaleza, pero que difieren en
grados”.
Los opuestos se presentan
siempre en el mismo elemento. El principio de
polaridad funciona a lo largo de una escala vibratoria de grados que va de lo
positivo a lo negativo, siendo lo positivo de naturaleza superior a lo
negativo: en cada cosa hay dos polos.
El gran ejemplo que se utiliza
para entender este principio es el de la temperatura. Frío y calor
son una misma cosa: temperatura; con una diferencia de diversos grados entre
ambos. Si cogemos un termómetro y lo introducimos en agua fría obtendremos un
determinado grado de temperatura, si lo introducimos en un vaso con agua
caliente, el termómetro reflejará otro muy diferente. Así pues, el hombre ha
llamado “calor” a un tipo de graduación de la temperatura, y “frío” a otro.
Pero a pesar de la diferencia de grados, y de la forma diferente de
manifestarse cada uno de los elementos, en el fondo sólo es Temperatura. Es
decir, es exactamente lo mismo, manifestándose de maneras distintas.
Para entender mejor este concepto debemos imaginarnos un
termómetro. En él vemos cómo el mercurio sube o baja la escala de grados
indicando la temperatura del ambiente. Pero aquí surge una pregunta clave.
¿Dónde empieza el frío y dónde empieza el calor? El límite no está en el grado
cero. Cuando hace cero grados se siente mucho frío en cualquiera de las dos
escalas conocidas (centígrados o farenheit). De acuerdo con los grados
centígrados, para algunos el frío comienza a sentirse a los quince grados, para
otros, a los diez. La interpretación es completamente subjetiva.
La conclusión final es que no
existe diferencia entre el frío y el calor. Los dos son
extremos de una misma cosa, son polos opuestos, la única diferencia entre ellos
es el grado en el que se están manifestando. Cuando el termómetro marca los
grados menores, tenemos la sensación del frío. Por el contrario, cuando la
marca llega a grados mayores decimos que hace calor. Pero en esencia, estamos
hablando siempre de la misma cosa: la temperatura.
Norte-Sur.
Frío-Calor. Alto-Bajo. Positivo-Negativo… El Principio de Polaridad equivale al
Yin Yang taoísta.
El espíritu y la materia
son la misma cosa pero se manifiestan vibratoriamente opuestos.
Los
extremos se tocan; los dos extremos de la polaridad se atraen mutuamente.
La distancia más corta en este caso no es la línea recta, sino el círculo.
Otra parte de este mismo
Principio sostiene que “los extremos se tocan”. Para entender
esto, veámoslo en otro ejemplo práctico: si yo decido viajar siempre en
dirección este y pudiera dar toda la vuelta al mundo, entonces terminaría en el
mismo punto de partida. La pregunta que surge entonces es: ¿Dónde está el
oeste? La respuesta más acertada de acuerdo con este principio, sería que el
este y el oeste son lo mismo. Debemos recordar que “como arriba es abajo, como
abajo es arriba”, lo más probable es que si yo viajara a través del Universo
siempre en la misma dirección, finalmente terminaría en mi punto de partida.
En
el Universo todo tiene un movimiento circular cíclico
El perímetro del círculo
evoque el eterno retorno de los ciclos de la naturaleza (tal como en la
tradición helenística lo proponía, por ejemplo, el uróboros
El “Bien” y el “Mal” no son sino los polos de una misma y sola
cosa, y el hermetista comprende y conoce perfectamente el arte
de transmutar el mal en el bien aplicando inteligentemente el principio de
polaridad. Y en realidad, ésta es la alquimia de la que el ser humano se puede
realmente beneficiar. El arte de polarizar, por ejemplo, odio en amor.
Un
ejemplo clarísimo es el del Amor-Odio.
Veamos
otro ejemplo práctico: a veces, cuando amamos demasiado a alguien también
pasamos al extremo del odio con facilidad. Después de haber compartido
intensamente nuestra vida con una persona, no queremos volver a verla nunca
más. Hemos pasado de un polo al otro, como del frío al calor. Cuando alguien
afirma que no desea ver más a su ex pareja es porque en el fondo todavía siente
mucho amor. Todavía está actuando dentro de la polaridad amor/odio. La ausencia
de amor se constata cuando hay indiferencia, cuando a la persona le da lo mismo
ver al otro o no.
Dice el refrán que “del amor al odio sólo hay un paso” y, aunque todos comprendemos que son manifestaciones totalmente distintas, una de tipo positivo y otra de tipo negativo, no se puede negar que ambas son, en esencia, lo mismo. Es por esta razón por lo que es más fácil transformar el odio en amor que desde la indiferencia.
Dice el refrán que “del amor al odio sólo hay un paso” y, aunque todos comprendemos que son manifestaciones totalmente distintas, una de tipo positivo y otra de tipo negativo, no se puede negar que ambas son, en esencia, lo mismo. Es por esta razón por lo que es más fácil transformar el odio en amor que desde la indiferencia.
El amor y el odio son
considerados como diametralmente opuestos, completamente diferentes e
irreconciliables. Pero si aplicamos el Principio de Polaridad, encontraremos
que no existe un amor absoluto o un odio absoluto, diferentes uno de otro. Los
dos no son más que términos aplicados a los dos polos de la misma cosa.
Empezando en cualquier punto de la escala, encontramos «más amor» o «menos
odio», si ascendemos por ella, o «menos amor» si por ella descendemos, y esto
es cierto, sin importar nada el punto, alto y bajo, que tomemos como partida.
El valor y el
miedo quedan también bajo la misma regla. Los pares de
opuestos existen por doquier. Donde encontremos una cosa, encontraremos también
su opuesta: los dos polos. Este hecho es el que permite al hermético transmutar
un estado mental en otro, siguiendo las líneas de polarización.
¿Cuántas veces hemos escuchado
que los polos opuestos se atraen? ¿Que todo es lo mismo manifestándose de formas distintas?
El ser humano está muy acostumbrado a clasificar el mundo que le rodea a través
de las aparentes diferencias que existen en él. De esta manera va agrupando y
jerarquizándolo todo. Pero si nos guiamos hacia un nivel más profundo, podremos
comprender que realmente todo se reduce a la existencia de la dualidad o
polaridad positiva o negativa.
Si echamos un vistazo a nuestro
alrededor observaremos que todo se mueve por este principio. Otro ejemplo
claro es la diferencia entre el blanco y el negro. Ambos son reflejo de unas
determinadas vibraciones que emiten un color. En el blanco residen todos los
colores y en el negro no reside ninguno. Aunque en apariencia son muy
distintos, a niveles más profundos son lo mismo. Y ocurre igual con la luz y la
oscuridad, con el hombre y la mujer, lo bueno y lo malo…
Comentarios
Publicar un comentario